Rvdo. D. Francisco Martínez Enguídanos

D. Francisco "el llimonero" como era conocido en nuestra ciudad, nació en Llíria el 2 de diciembre de 1978. Hijo de una familia de labradores afincada en el barrio del Pich, siendo bautizado al día siguiente en nuestra parroquia arciprestal. Tras su infancia por las calles de Llíria, ingresó en el Seminario Conciliar Central de Valencia, donde don Francisco cursó sus estudios eclesiásticos, siendo ordenado sacerdote el 20 de diciembre de 1902. Amplió sus estudios doctorándose en Teología  por la Universidad Pontificia de Valencia, versando su tesis doctoral sobre el encumbrado tratado de la Santísima Trinidad.

El doctor Martínez Enguídanos se quedó en Llíria como coadjutor de la Parroquia, y en 1906 recibió el nombramiento de beneficiado de la arciprestal. Cabe destacar su gestión al frente de la Cofradía del Remedio. Antes de 1936 fue el encargado de encargar e ideal el magnífico manto que luce la Virgen en las procesiones. Así mismo D. Francisco también intervino en la construcción del Camerin de la Virgen.

Pasada la Guerra Civil, D. Francisco se encargó de bautizar en el Templo Parroquial a todos los niños nacidos en los años de la contienda, así como bendecir los matrimonios y realizar limosnas en los hogares mas necesitados. Él fue el encargado promover la reconstrucción de muchos enseres, imágenes y altares destruidos en guerra, yendo casa por casa a pedir dinero para dicha tarea. El 5 de abril de 1946 Don Francisco bendijo de nuevo la Iglesia de la Sangre, primitiva Parroquia lliriana y Monumento Nacional.

La Cofradía del Remedio debe mucho al doctor Martínez Enguidanos ya que fue el gran impulsor de la Imagen de la Virgen, así como de sus andas y coronas. También reconstruyó el retablo de su iglesia, así como el camarín, las campanas y todo el patrimonio remediano desaparecido.

Don Francisco "el llimonero", se pasaba largas horas atendiendo a los fieles, escuchando, absorbiendo, dando consejos.. y según las crónicas parroquiales este sacerdote transmitía perdón, paz y el sosiego del alma. Como gran aficionado a la música, solía asistir a los conciertos y ensayos de su amada Unió Musical.

Dios quiso premiarle con una larga vida, murió el 30 de mayo de 1962 a los 88 años en su casa de la Calle Mayor; contaba con 65 años de sacerdocio.