Sacramentos

Dios nos otorgó el precioso regalo de la vida y la enriqueció con el don de la fe, que alimentamos con su palabra, ya bien sea, mediante la oración, los sacramentos o el compromiso hacia el prójimo, y que festejamos por medio de significativos ritos, acontecimientos o expresiones.

En nuestro día a día nos encontramos con objetos, personas y situaciones que nos brindan recuerdos o señalan ocasiones especiales en nuestras vidas, y conservamos algunos por el significado que ellos nos representan; igualmente también celebramos los momentos que tienen una gran importancia en nuestra existencia; y a esto se refieren los 7 sacramentos.


¿Qué es un sacramento?

Un sacramento es una realidad cotidiana que forma parte de nuestra vida y que hace presente lo divino.
Los 7 sacramentos, se manifiestan en cada uno de los momentos de nuestra existencia y que tienen una presencia especial y particular de Dios; por ello apuntalan a los nódulos más importantes de la vida, como lo son: el nacer, el crecer, el casarse o adquirir una obligación de vida, el enfermarse o sentir debilidad y el pedir perdón.

En Los 7 sacramentos definen las etapas en la vida del hombre:


SACRAMENTO DEL BAUTISMO

El Bautismo nos sumerge en su muerte y resurrección y nos da la vida nueva por su Espíritu, es el sacramento por el que renacemos a la vida divina y somos hechos hijos de Dios.

Es el primero de los sacramentos porque es la puerta que abre el acceso a los demás sacramentos, y sin él no se puede recibir ningún otro.

Los efectos que produce el bautismo son: perdona el pecado original, y cualquier otro pecado, con las penas debidas por ellas. Se nos dan las tres divinas personas junto con la gracia santificante. Infunde la gracia santificante, las virtudes sobrenaturales y los dones del Espíritu Santo. Imprime en el alma el carácter sacramental que nos hace cristianos para siempre. Nos incorpora a la Iglesia.

Se bautiza derramando agua sobre la cabeza y diciendo: "Yo te Bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" hay otros signos importantes, como la unción con el santo crisma, la profesión de fe y el compromiso de padres y padrinos de educar en la fe al bautizando.


SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

Como somos pecadores, en la penitencia, el Señor, nos comunica su perdón, o sea, su victoria en la cruz sobre el mal y el pecado.

"Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones" (LG 11).

Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (Mc 1,15), la vuelta al Padre (Lc 15,18) del que el hombre se había alejado por el pecado.

Se denomina sacramento de la penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador.

Se le denomina sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En un sentido profundo este sacramento es también una "confesión", reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador.

Se le denomina sacramento del perdón porque, por la absolución sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente "el perdón [...] y la paz" (Ritual de la Penitencia, 46, 55).

Se le denomina sacramento de reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios que reconcilia: "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Co 5,20). El que vive del amor misericordioso de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor: "Ve primero a reconciliarte con tu hermano" (Mt 5,24).


SACRAMENTO DE LA EUCARISTIA

El Sacramento de la Eucaristía es la culminación en la iniciación de la vida cristiana, contiene todo el bien espiritual de la iglesia, y se hace efectivo cuando nos unimos en su liturgia para ser partícipes del sacrificio del cuerpo de Jesucristo.

Jesucristo usó el Sacramento de la Eucaristía durante la última cena, cuando tomó el pan y el vino en sus manos, lo bendigo, lo partió y lo distribuyo entre los apóstoles; este es el momento que honramos en cada misa, específicamente en el momento de la consagración.

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SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN

La confirmación, nos hace su mejor don, el Espíritu Santo, como hizo el día de Pentecostés con la primera comunidad.

El Sacramento de la Confirmación nos une más íntimamente a la Iglesia y nos enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma, nos comprometemos mucho más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con nuestras palabras y nuestras obras. (cf. CIC 1285)

El rito esencial de la confirmación es la unción con el Santo Crisma en la frente del bautizado, con la imposición de la mano del ministro y las palabras: "Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo". (cf. CIC 1320)

Todo bautizado aun no confirmado puede y debe recibir este Sacramento, se aconseja recibirlo después de haber participado de los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía. Habitualmente se recibe después de dos años de preparación, pero es posible que adultos reciban este sacramento con una preparación especial. En cualquier caso, es importante acercarse a la parroquia para consultar sobre los procesos de preparación y los medios para recibir este sacramento según sea el caso.

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SACRAMENTO DEL ORDEN SACERDOTAL

Con el sacramento del orden hace a su Iglesia el don de los ministros ordenados (diáconos, presbíteros, obispos) que le representen a él para bien de la comunidad.

El Sacramento del Orden es el que hace posible que la misión, que Cristo les dio a sus Apóstoles, siga siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Es el Sacramento del ministerio apostólico.

De hecho este es el sacramento por el cual unos hombres quedan constituidos ministros sagrados, al ser marcados con un carácter indeleble, y así son consagrados y destinados a apacentar el pueblo de Dios según el grado de cada uno, desempeñando en la persona de Cristo Cabeza, las funciones de enseñar, gobernar y santificar".

Todos los bautizados participan del sacerdocio de Cristo, lo cual los capacita para colaborar en la misión de la Iglesia. Pero, los que reciben el Orden quedan configurados de forma especial, quedan marcados con carácter indeleble, que los distinguen de los demás fieles y los capacita para ejercer funciones especiales. Por ello, se dice que el sacerdote tiene el sacerdocio ministerial, que es distinto al sacerdocio real o común de todos los fieles, este sacerdocio lo confiere el Bautismo y la Confirmación. Por el Bautismo nos hacemos partícipes del sacerdocio común de los fieles.

El sacerdote actúa en nombre y con el poder de Jesucristo. Su consagración y misión son una identificación especial con Jesucristo, a quien representan. El sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común de los fieles.

El sacramento del Orden es conferido por la imposición de las manos, por parte del Obispo, seguida de una oración consagratoria solemne que pide a Dios para el ordenado las gracias del Espíritu Santo requeridas para su ministerio. La ordenación imprime un carácter sacramental indeleble.


SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

En el matrimonio, el Señor, da sentido y bendice el amor de un hombre y una mujer, él, que en la cruz mostró su amor a la Iglesia, su Esposa.

El Matrimonio fue instituido por Dios cuando creó al hombre y a la mujer. Para los cristianos, Jesucristo lo elevó a la dignidad de sacramento; un sacramento que da a los esposos una gracia especial para ser fieles una al otro y santificarse en la vida matrimonial y familiar, ya que el matrimonio cristiano es una auténtica vocación sobrenatural.

El matrimonio se establece con el consentimiento libre de cada uno de los dos contrayentes manifestado ante el representante de la Iglesia.

Los bautizados que no hayan recibido el sacramento del matrimonio con anterioridad y que no tengan ningún impedimento de carácter eclesial, pueden contraer matrimonio. El acto sacramental del matrimonio, tiene un carácter público, ya que la comunidad oficia de testigos junto al celebrante (sacerdote o testigo cualificado de la Iglesia). Esta es una manifestación de un estado de vida que es público en la Iglesia, de allí su carácter y la necesidad de los testigos.
Por su naturaleza está ordenado a la generación y la educación de los hijos, al amor y ayuda entre los esposos y a su santificación personal.


SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE ENFERMOS

Cuando estamos enfermos, el Señor, se acerca por la unción eclesial a nuestro lado, para fortalecer nuestra debilidad.

El Sacramento de la Unción de Enfermos confiere al cristiano una gracia especial para enfrentar las dificultades propias de una enfermedad grave o vejez.

Lo esencial del sacramento consiste en ungir la frente y las manos del enfermo acompañado de una oración litúrgica realizada por el sacerdote o el obispo, únicos ministros que pueden administrar este sacramento.

La Unción de enfermos se conocía antes como "Extrema Unción", pues sólo se administraba "in articulo mortis" (a punto de morir). Actualmente el sacramento se puede administrar más de una vez, siempre que sea en caso de enfermedad grave. Cada vez que un cristiano cae gravemente enfermo, puede recibir la Santa Unción, y también cuando, después de haberla recibido, la enfermedad se agrava. En cualquiera de estos casos, los familiares han de acercarse con tiempo a la Parroquia para solicitar la asistencia del sacerdote.


Aquí puedes consultar los horarios de Catequesis y sesiones preparatorias para recibir los sacramentos:

Catequesis