Santos del Siglo XX y XXI
«No sé hacia dónde Dios me lleva, pero sé que Él me guía
En la pared de la entrada principal, a cada parte de la puerta, se encuentran dos lienzos con las pinturas con algunos de los Santos, Beatos y Mártires mas representativos del Siglo XX y XXI
En la parte recayente a la Sacristía se encuentra:
BEATO CARLO ACUTIS
Carlo Acutis nació el 3 de mayo de 1991 en Londres (Inglaterra) donde trabajaban sus padres, Andrea Acutis y Antonia Salzano. Algunos meses después, la familia se mudó a Milán (Italia).
A Carlo le diagnosticaron leucemia siendo adolescente y decidió ofrecer sus sufrimientos "por el Señor, el Papa y la Iglesia".
Murió el 12 de octubre de 2006, día de la Virgen del Pilar. Fue sepultado en Asís a pedido suyo, debido al gran amor que le tenía a San Francisco.
Su causa de beatificación y canonización se abrió en 2013. Fue declarado venerable en 2018 y fue beatificado el 10 de octubre de 2020.
Desde muy pequeño Carlo mostró un especial amor a Dios, aunque sus padres no eran especialmente devotos. Su madre decía que antes de Carlo solo fue a Misa en su Primera Comunión, su Confirmación y su Matrimonio.
Carlo también amaba rezar el Rosario. Tras su Primera Comunión, iba a Misa con frecuencia y se quedaba rezando la Hora Santa luego de la Eucaristía. Además, se confesaba una vez a la semana.
Asimismo, les pedía a sus padres que lo llevaran en peregrinación a los lugares de los santos y a los sitios de los milagros eucarísticos.
Su testimonio de fe llevó a su madre a una profunda conversión porque, de acuerdo al sacerdote que promueve su causa, logró acercar a sus familiares y a sus padres a la Eucaristía diaria. "No fue al revés, no fueron los padres los que llevaron al pequeño a Misa sino era él quien iba a Misa y que convenció a otros de recibir la Eucaristía todos los días", destacó.
Era conocido por defender a los chicos de su escuela que sufrían bullying, especialmente niños con discapacidad. Cuando los padres de un amigo se estaban divorciando, Carlo hizo lo posible para incluirlo en la vida familiar de los Acutis.
SANTA TERESA DE CALCUTA
"De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús", decía la Madre Teresa.
La Madre Teresa nació un 26 de agosto de 1910 en Skopje. Fue la menor de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu. La bautizaron con el nombre de Gonxha Agnes. Recibió la primera Comunión a los cinco años y medio; y la Confirmación la recibió en 1916.
A los ocho años muere su padre y su familia pasa por una gran estrechez económica. Cuando llegó a los 18 años deja la casa para ingresar al Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como las Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí tomó el nombre de Hermana María Teresa por Santa Teresa de Lisieux. Llega a Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de hacer sus primeros votos en mayo de 1931, es destinada a la comunidad de Loreto Entally en esa ciudad de la India donde fue docente de las alumnas del colegio St. Mary.
El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpetua y llegó a convertirse en directora del mencionado colegio en 1944. Sin embargo, un 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió lo que ella llamó la "inspiración", su "llamada dentro de la llamada". Aquel día la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón. En las siguientes semanas, mediante locuciones interiores y visiones, el mismo Jesús le reveló su deseo de encontrar "víctimas de amor" que "irradiasen a las almas su amor". "Ven y sé mi luz", le dijo el Señor.
Del mismo modo, le pidió que fundara una congregación religiosa al servicio de los más pobres entre los pobres. Es así que después de muchas dificultades, el 17 de agosto de 1948 se visitó por primera vez con el sari blanco orlado de azul y salió del convento de Loreto para introducirse en el mundo de los pobres.
En 1950 se establece oficialmente la Congregación de las Misioneras de la Caridad. Tiempo después envió a sus hermanas a otras partes de la India y abre otras casas en Venezuela, Roma, Tanzania y en los cinco continentes.
En 1979 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz y los medios de comunicación empezaron a seguir con más atención sus obras que daban testimonio de la alegría de amar y de la grandeza y dignidad de cada persona humana.
Al final de su vida y a pesar de sus problemas de salud, Madre Teresa continuó sirviendo a los pobres. Después de encontrarse por última vez con San Juan Pablo II, retorna a Calcuta y el 5 de septiembre de 1997 volvió a la Casa del Padre.
SAN PIO DE PIETRELCINA
Padre Pío de Pietrelcina, al igual que el apóstol Pablo, puso en la cumbre de su vida y de su apostolado la Cruz de su Señor como su fuerza, su sabiduría y su gloria. Inflamado de amor hacia Jesucristo, se conformó a Él por medio de la inmolación de sí mismo por la salvación del mundo. En el seguimiento y la imitación de Cristo Crucificado fue tan generoso y perfecto que hubiera podido decir "con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí" (Gal 2, 19). Derramó sin parar los tesoros de la gracia que Dios le había concedido con especial generosidad a través de su ministerio, sirviendo a los hombres y mujeres que se acercaban a él, cada vez más numerosos, y engendrado una inmensa multitud de hijos e hijas espirituales.
Este dignísimo seguidor de San Francisco de Asís nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, archidiócesis de Benevento, hijo de Grazio Forgione y de María Giuseppa De Nunzio. Fue bautizado al día siguiente recibiendo el nombre de Francisco. A los 12 años recibió el Sacramento de la Confirmación y la Primera Comunión.
El 6 de enero de 1903, cuando contaba 16 años, entró en el noviciado de la orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone, donde el 22 del mismo mes vistió el hábito franciscano y recibió el nombre de Fray Pío. Acabado el año de noviciado, emitió la profesión de los votos simples y el 27 de enero de 1907 la profesión solemne.
Para el Padre Pío la fe era la vida: quería y hacía todo a la luz de la fe. Estuvo dedicado asiduamente a la oración. Pasaba el día y gran parte de la noche en coloquio con Dios. Decía: "En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios". La fe lo llevó siempre a la aceptación de la voluntad misteriosa de Dios.
Estuvo siempre inmerso en las realidades sobrenaturales. No era solamente el hombre de la esperanza y de la confianza total en Dios, sino que infundía, con las palabras y el ejemplo, estas virtudes en todos aquellos que se le acercaban.
El amor de Dios le llenaba totalmente, colmando todas sus esperanzas; la caridad era el principio inspirador de su jornada: amar a Dios y hacerlo amar. Su preocupación particular: crecer y hacer crecer en la caridad.
Brilló en él la luz de la fortaleza. Comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Experimentó durante muchos años los sufrimientos del alma. Durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad.
Cuando tuvo que sufrir investigaciones y restricciones en su servicio sacerdotal, todo lo aceptó con profunda humildad y resignación. Ante acusaciones injustificadas y calumnias, siempre calló confiando en el juicio de Dios, de sus directores espírituales y de la propia conciencia.
Consciente de los compromisos adquiridos con la vida consagrada, observó con generosidad los votos profesados. Obedecióen todo las órdenes de sus superiores, incluso cuando eran difíciles. Su obediencia era sobrenatural en la intención, universal en la extensión e integral en su realización. Vivió el espíritu de pobreza con total desprendimiento de sí mismo, de los bienes terrenos, de las comodidades y de los honores. Tuvo siempre una gran predilección por la virtud de la castidad. Su comportamiento fue modesto en todas partes y con todos.
Su salud, desde la juventud, no fue muy robusta y, especialmente en los últimos años de su vida, empeoró rápidamente. La hermana muerte lo sorprendió preparado y sereno el 23 de septiembre de 1968, a los 81 años de edad. Sus funerales se caracterizaron por una extraordinaria concurrencia de personas.
El 20 de febrero de 1971, apenas tres años después de su muerte, Pablo VI, dirigiéndose a los Superiores de la orden Capuchina, dijo de él: "¡Mirad qué fama ha tenido, qué clientela mundial ha reunido en torno a sí! Pero, ¿por qué? ¿Tal vez porque era un filósofo? ¿Porqué era un sabio? ¿Porqué tenía medios a su disposición? Porque celebraba la Misa con humildad, confesaba desde la mañana a la noche, y era, es difícil decirlo, un representante visible de las llagas de Nuestro Señor. Era un hombre de oración y de sufrimiento".
Ya durante su vida gozó de notable fama de santidad, debida a sus virtudes, a su espíritu de oración, de sacrificio y de entrega total al bien de las almas.
En los años siguientes a su muerte, la fama de santidad y de milagros creció constantemente, llegando a ser un fenómeno eclesial extendido por todo el mundo y en toda clase de personas.
Y en la parte recallente a la Capilla de la Comunión , se encuentran:
SANTA JOSEFINA BAKHITA
No se conocen datos exactos sobre su vida, se dice que podría ser del pueblo de Olgossa en Darfur, y que 1869 podría ser el año de su nacimiento. Creció junto con sus padres, tres hermanos y dos hermanas, una de ellas su gemela.
La captura de su hermana por unos negreros que llegaron al pueblo de Olgossa, marcó mucho en el resto de la vida de Bakhita, tanto así que más adelante en su biografía escribiría: "Recuerdo cuánto lloró mamá y cuánto lloramos todos".
En su biografía Bakhita cuenta su propia experiencia al encontrarse con los buscadores de esclavos. "Cuando aproximadamente tenía nueve años, paseaba con una amiga por el campo y vimos de pronto aparecer a dos extranjeros, de los cuales uno le dijo a mi amiga: 'Deja a la niña pequeña ir al bosque a buscarme alguna fruta. Mientras, tú puedes continuar tu camino, te alcanzaremos dentro de poco'. El objetivo de ellos era capturarme, por lo que tenían que alejar a mi amiga para que no pudiera dar la alarma.
Sin sospechar nada obedecí, como siempre hacia. Cuando estaba en el bosque, me percate que las dos personas estaban detrás de mí, y fue cuando uno de ellos me agarró fuertemente y el otro sacó un cuchillo con el cual me amenazó diciéndome: 'Si gritas, morirás! Síguenos!'".
Los mismos secuestradores fueron quienes le pusieron Bakhita al ver su especial carisma.
Luego de ser capturada, Bakhita fue llevada a la ciudad de El Obeid, donde fue vendida a cinco distintos amos en el mercado de esclavos.
El comerciante italiano Calixto Leganini compró a Bakhita por quinta vez en 1882, y fue así que por primera vez Bakhita era tratada bien.
"Esta vez fui realmente afortunada - escribe Bakhita - porque el nuevo patrón era un hombre bueno y me gustaba. No fui maltratada ni humillada, algo que me parecía completamente irreal, pudiendo llegar incluso a sentirme en paz y tranquilidad".
La esposa de Michieli los esperaba en Italia, y sabiendo la llegado de varios esclavos, exigió uno, dándosele a Bakhita. Con su nueva familia, Bakhita trabajo de niñera y amiga de Minnina, hija de los Michieli.
Bakhita y Minnina ingresaron al noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia, tras ser aconsejadas por las hermanas. Recién en el Instituto, Bakhita conoció al Dios de los cristianos y fue así como supo que "Dios había permanecido en su corazón" y le había dado fuerzas para poder soportar la esclavitud, "pero recién en ese momento sabía quién era". Recibió el bautismo, primera comunión y confirmación al mismo tiempo, el 9 de enero de 1890, por el Cardenal de Venecia. En este momento, tomó el nombre cristiano de Josefina Margarita Afortunada.
"¡Aquí llego a convertirme en una de las hijas de Dios!", fue lo que manifestó en el momento de ser bautizada, pues se dice que no sabía cómo expresar su gozo. Ella misma cuenta en su biografía que mientras estuvo en el Instituto conoció cada día más a Dios, "que me ha traído hasta aquí de esta extraña forma".
La Señora de Michieli volvió de Sudán a llevarse a Bakhita y a su hija, pero con un gran coraje, Bakhita se negó a ir y prefirió quedarse con las Hermanas de Canossa. La esclavitud era ilegal en Italia, por lo que la señora de Michieli no pudo forzar a Bakhita, y es así que permaneció en el Instituto y su vocación la llevó a convertirse en una de las Hermanas de la Orden el 7 de diciembre de 1893, a los 38 años de edad.
Fue trasladada a Venecia en 1902, para trabajar limpiando, cocinando y cuidando a los más pobres. Nunca realizó milagros ni fenómenos sobrenaturales, pero obtuvo la reputación de ser santa. Siempre fue modesta y humilde, mantuvo una fe firme en su interior y cumplió siempre sus obligaciones diarias.
La salud de Bakhita se fue debilitando hacia sus últimos años y tuvo que postrarse a una silla de ruedas, la cual no le impidió seguir viajando, aunque todo ese tiempo fue de dolor y enfermedad. Se dice que le decía la enfermera: "¡Por favor, desatadme las cadenas… es demasiado!". Falleció el 8 de febrero de 1947 en Schio, siendo sus últimas palabras: "Madonna! Madonna!"
SANTA EDITH STEIN
Hija de una familia hebrea practicante, fue educada según las tradiciones de su pueblo y su religión; no obstante, pronto perdió la fe de sus antepasados, a pesar de lo cual conservó un ideal moral intenso. Sedienta de verdad, se dedicó todavía muy joven a los estudios filosóficos. Frecuentó la Universidad de su ciudad natal y las de Gotinga y Friburgo de Brisgovia. En esta última fue discípula del filósofo Edmund Husserl, y luego de haberse graduado en filosofía (1916), auxiliar del mismo durante breve tiempo.
Tras la muerte de un colega suyo, Adolf Reinach, vivió en casa de su viuda y se encargó de la ordenación de los textos del difunto. Allí se relacionó por vez primera con un cristianismo vivo, en el seno de una familia duramente probada por el dolor. El contacto con Max Scheler y, finalmente, la lectura de la Vida de Santa Teresa de Ávila la ayudaron a convencerse de la verdad del catolicismo. El primer día del año 1922 recibió el bautismo y asumió el nombre de Theresia Hedwig.
Entre 1923 y 1931 enseñó en el Instituto de Santa Magdalena de Speyer, perteneciente a la orden dominicana, y vivió junto a las monjas como una de ellas. En 1932 fue llamada al Instituto Germánico de Pedagogía Científica de Münster. Su actividad pública, sin embargo, se vio bruscamente interrumpida por el principio de la persecución contra los judíos, circunstancia que Edith Stein consideró propicia para la realización de un sueño acariciado hacía ya largo tiempo y para ofrecerse a Dios por la salvación de su pueblo; y así pidió, con una humildad conmovedora, ser admitida en el convento de carmelitas de Köln-Lidenthal. En el acto de la toma de hábito (abril de 1934) le fue impuesto el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz.
Durante el período 1930-33 se había dedicado a los temas de pedagogía y formación femenina. Los textos de estos años, junto con un breve ensayo sobre Santa Isabel de Hungría, fueron reunidos en el volumen Formación y vocación de la mujer (1949). En el curso del primer año de vida carmelita escribió La oración de la Iglesia y El misterio de Navidad, dos interesantes opúsculos llenos de profundo y genuino sentimiento religioso. Luego, por consejo de sus superioras, compuso la monumental obra El ser finito y el ser eterno (1950), en la que examina todo lo creado e increado para llevar a cabo una síntesis entre Santo Tomás de Aquino y la filosofía moderna; en cuanto a esta última dio una preferencia singular a la ideología de la escuela fenomenológica de Husserl.
Cuando previó el recrudecimiento de la persecución contra los hebreos y advirtió el peligro que su presencia extrañaba para el cenobio, pidió ser trasladada al extranjero; la última noche del año 1938 fue acompañada por un médico amigo hasta la frontera de Holanda, país en el cual recibió acogimiento en el convento de Echt. Allí escribió su última y segunda gran obra: La ciencia de la Cruz (1950), interpretación de la mística de San Juan de la Cruz a la luz del método fenomenológico.
Pero antes de dar fin al manuscrito fue detenida el 2 de agosto de 1942 por la policía alemana (Holanda había sido, mientras tanto, invadida y ocupada), y obligada por la fuerza a salir de Echt. Llevada a primeramente al campo de concentración de Amerfoort y luego al de Westerbork, fue vista por última vez en la estación de Schifferstadt, en un vagón precintado, por una de sus alumnas, a la que dijo: "Saluda en mi nombre a las hermanas de Speyer y diles que me llevan hacia el Este..." El viaje terminó en el campo de Auschwitz y en la cámara de gas. En 1950 los editores Herder (Alemania) y Nauwelaerts (Bélgica) iniciaron conjuntamente la publicación, en cinco tomos, de las principales obras de la autora. Una interesante antología de las mismas vio la luz en Londres en una traducción inglesa de H. Graef (1956). Edith Stein fue beatificada en 1987 y canonizada en 1998 por Juan Pablo II.
SAN MAXIMILIANO KOLBE
Cursó estudios de filosofía en la Universidad Georgiana de Roma, por la que se graduó en 1915, y de teología en la Facultad de Teología de San Buenaventura de la misma ciudad, que terminaría en 1919. Durante esa etapa de formación en la capital italiana creó, por sugerencia del rector Esteban Igundi, la Milicia de la Inmaculada junto con otros de sus compañeros. Fundada en 1917, la agrupación se extendería posteriormente por todo el mundo.
Investido sacerdote en 1918, de regreso a Polonia impartió clases de teología hasta que en 1922 inició su apostolado mariano con la revista Rycerz Niepokalanej, primero en Cracovia, posteriormente en Grodno (1923) y, desde 1927, en la Ciudad de la Inmaculada, que el propio Kolbe fundó a cuarenta kilómetros de Varsovia. En 1930 viajó a Japón, donde fundaría, en la región de Nagasaki, la segunda Ciudad o Jardín de la Inmaculada. Editó además una revista mariana en lengua nipona. Proyectó crear nuevas misiones marianas en Corea, China e India, pero diversas dificultades se lo impidieron.
De vuelta a su país, fue otra vez el superior de la Casa de la Inmaculada y cobró gran popularidad. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de Polonia fue deportado dos veces a Alemania por los nazis. En 1941 fue confinado en el campo de concentración de Auschwitz, tristemente célebre por sus horrores.
En el campo de Auschwitz se ofreció voluntariamente para cumplir el suplicio impuesto a un padre de familia, que había sido condenado a morir de hambre. Cuando un oficial nazi le preguntó por qué lo hacía, Kolbe contestó: "porque soy un sacerdote católico". Kolbe murió de inanición en su celda, convertida hoy en lugar de peregrinación, y su ejemplar sacrificio se divulgó por todo el mundo. Fue beatificado por Pablo VI en 1971 y canonizado por Juan Pablo II en 1982.