Capilla de la Resurrección

Autor: Kiko Argüello

EXPLICACIÓN DEL ICONO

El icono expresa el misterio de la resurrección de Jesús a través de la imagen de la tumba vacía. Es el único de esta Iglesia en el que no aparece la imagen de la Virgen María, ya que no estuvo presente, pero hemos creido conveniente incorporarlo porque tenemos la certeza de que la Resurrección del Señor, supuso para Ella la mayor alegría. Además sin este acontecimiento dificilmente se entiende nuestra fe.

El icono propiamente narra el momento en que las mujeres acuden al sepulcro para perfumar el cuerpo de Jesús. Está alboreando, las mujeres tienen en las manos oleos aromáticos y mirra para embalsamar el cuerpo de Jesús. Sus vestidos tienen colores crepusculares: las sombras y tinieblas de la noche están cediendo a la aurora. Estos colores dan a entender que Jesús con su resurrección lo renueva todo; todo cobra un sentido nuevo (un color nuevo y claro).

En el lado opuesto un Ángel con vestiduras doradas; en él se trasluce la luz del día sin ocaso que Cristo ha inaugurado. El mensajero celestial está sentado sobre la piedra que cerraba el sepulcro y que ha sido retirada.

En el centro, la tumba está vacía. La Vida ya no está allí. Como en la Anunciación, un Ángel lleva la Buena Noticia: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?" (Lc. 24,5). Las mujeres reciben y custodian en la fe este anuncio.
El Ángel indica la tumba y las vendas mortuorias.

De las tres mujeres una lleva la aureola: es la Magdalena, la pecadora transformada por la misericordia de Cristo.

Notamos las analogías con la Natividad: la gruta oscura, el pesebre-sepulcro y las vendas. Estas envolvieron el cuerpo mortal del Rey y fueron desatadas en la Resurrección.

El misterio de la Encarnación ha llegado a su cumplimiento. Se abre una nueva era: "Así que, en adelante, ya no conoceremos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo, según la carne, ya no le conoceremos así. Por lo tanto, el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo" (2Cor. 5, 16-17).

ORACIÓN

Señor mío Jesucristo, Padre dulcísimo, por el gozo que tuvo vuestra querida Madre, cuando os aparecisteis a Ella, la sagrada noche de Resurrección, y por el gozo que tuvo cuando os vio; lleno de gloria con la luz de la divinidad, os pido me alumbréis con los dones del Espíritu Santo, para que pueda cumplir vuestra voluntad todos los días de mi vida, pues vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén


Las Advocaciones de la Virgen